Por: Pedro René Almonte M.
Los dominicanos nos hemos pasado estos tres últimos años dando tumbos, y recibiendo guamazos por los desaciertos de un gobernante que, finalmente no sabe para que llegó ahí y en ocasiones pienso que tampoco sabe cómo llegó. Entre pandemia y guerra Rusia- Ucrania nos han metido por boca y nariz todos los pretextos y excusas que habían; y como ya se acabaron pues a mentir se ha dicho y a comprar las voces que se venden, a ver hasta donde llegamos, imagino que pensaran los genios que orbitan alrededor del actual presidente.
Por lo tanto, como la mentira no resuelve ningún problema, por el contrario si no se enfrentan las dificultades lo que hacen es agravarse, y como consecuencia se crea un desorden, y los dominicanos pagan los platos rotos mientras “los blanquitos” se sirven con la cuchara grande.
De modo que, para hablar mentiras hay que tener mucho cuidado, al igual que para comer pescado, porque las espinas te pueden jugar una mala pasada. Las mentiras de Luis Abinader son: “Voy a reducir la delincuencia en un 50% en los primeros dos años”; el resultado: nunca como ahora los dominicanos habíamos sufrido tanto el embate de los delincuentes. “El gobierno del PLD ha endeudado el país”; el resultado es que Luis Abinader ha endeudado más el país que todos los presidentes juntos desde Trujillo hasta Danilo Medina. “Haremos un gobierno histórico en materia de educación”; el resultado: un caos total en la educación pública dominicana. Luis Abinader no ha dado pie con bola en la salud pública; el servicio de energía eléctrica está peor que nunca; ¡y por ahí María se va! Yo pudiera mencionar todos los renglones de la vida nacional y en todos hemos sufrido un profundo deterioro y retroceso.
Los dominicanos tenemos que tomarnos en serio el destino de nuestro país, y pensar en darle la oportunidad a alguien que gobierne de una manera distinta y que sea bueno para las familias dominicanas.